El mito sobre el liderazgo femenino que más me ha robado paz

Tenía 16 años y convivía con el nerviosismo de la elección de carrera.

Tenía 21 años y convivía con el nerviosismo de elegir bien un trabajo que me gustara y fuera rentable.

Tenía 25 años, y el nerviosismo de quedarme atrás por invertir casi todo mi tiempo en adaptarme a un nuevo país y estar recién casada dejaba filtrar el miedo a cada paso.

Tenía mis 30, ya muchas conquistas personales y profesionales en mi haber, y mi sombra seguía siendo “tal vez no estoy haciendo lo suficiente”.

Para mujeres visionarias y comprometidas con el logro de resultados, acercarse a ellos se convierte con facilidad en un instrumento de tortura, o en el mejor de los casos en estrés constante hasta tanto llegue la tan esperada realización de nuestros deseos.

Convivir con la incertidumbre, auto-exigencia, comparaciones, dudas, sacrificios y cansancio…. suele asumirse como parte de lo esperado si deseas aspirar a cualquier resultado que valga la pena, lo que es equivalente a vivir perennemente en “miedo”.

El mito de que para lograr los tan deseados éxitos, debemos siempre estar “haciendo sin descuido ni pausa”, es uno que proviene de la escuela del liderazgo con un modelo mental lineal y masculino caracterizado por la competitividad y el enfoque a resultados sin mucho espacio para emotividades (y no porque los hombres no sientan y si porque han sido educados para no hacerlo con confianza).

Para vencer el mito que más me ha afectado: “Si no estoy haciendo algo, me quedaré atrás”, hacer las pases con mi cuerpo y con su propia sabiduría para moverme hacia lo que busco sin atropellarme yo misma, ha sido un camino de exploración y expansión que me siento orgullosa de atesorar a mis cuarentas.

Nuestro sentido de valía como mujeres líderes y ambiciosas no puede seguir secuestrado por un modelo que no honra nuestra naturaleza cíclica femenina.

Planear y vivir nuestras vidas, proyectos y negocios en sintonía con nuestra creatividad, nuestro aparente divagar, nuestra emotividad, nuestros cambios drásticos de opinión, nuestra intuición sin lógica, nuestro ser maternal, son parte del menú del liderazgo con esencia femenina, que por cierto no sólo es necesario para cultivar una relación más amigable con nosotras mismas… es necesario para el mundo.

¿Quién quiere lograr más con menos?

Independientemente de que tengas un empleo formal, trabajes como ama de casa, o tengas tú propio negocio, la moneda más preciada con la que todas maniobramos diariamente se llama “tiempo”, por lo que ejercer nuestro liderazgo en alineación con las necesidades de nuestro cuerpo y ambiciones personales suele ser una batalla que el factor tiempo suele encender y acelerar… ¿o me equivoco?….. y si me sigues en esto un pensamiento recurrente suele ser: “Es que como voy a descansar con tanto por hacer aún”….. lo sé he estado allí, y si me descuido puedo dejarme atrapar por este pensamiento con facilidad.

¿Cuál es mi aprendizaje y mi secreto público?

“Podemos lograr resultados de forma distinta, con menos estrés y más mucho más…. placer”, y el camino es educarnos en conocer y navegar nuestra naturaleza cíclica femenina.

Desde mi poder y magia a la tuya,

Maru García Marín

Coach, Mentor y Trainer en Gestión Emocional y Liderazgo

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