El ruido del Silencio… La partida no esperada

Meses atrás, tuve el privilegio de sentirme apoyada (yo estaba en circunstancias similares), y dar apoyo, a una querida amiga que se encontraba afrontando los temores naturales de una condición de salud delicada de su papá, a la vez que los acompañaba para migrar  a otro país…. Todo sucediendo al mismo tiempo.

Ambas por meses nos acompañamos, ella a miles de kilómetros en Londres y yo en Guadalajara. En nuestras conversaciones compartimos nuestros miedos, angustias e ilusiones… ambas nos enfrentábamos a los movimientos naturales de la vida (y otros no tan naturales), dándonos consuelo.

El escrito que quiero compartirte a continuación es la carta que le escribí cuando supe que su papá había fallecido.

Ahora que nos aproximamos al cierre del año, sé que muchos hemos vivido momentos de pérdida menores como el dejar atrás un estilo de vida, nuestras expectativas, un proyecto…… o tal vez mayores como la pérdida de un ser querido.

Te comparto este escrito con el ánimo de que te acompañe en tu vida emocional, y en ese recorrido misterioso que es atrevernos a vivir nuestros duelos y sanar los dolores de la pérdida.

Aquí va:

Qué haces con la ilusión de planear una nueva vida, cuando llegan las malas noticias, no una, muchas… una tras otra…

Sólo puedo imaginar el dolor.

Lo he recreado muchas veces con mi mente futurista y obsesivamente anticipatoria.

Intelectualmente sé que la muerte es parte de la vida, pero si tan sólo pudiera posponerla un poco, sin tan sólo pudiera asegurar y proveer calidad de vida, si tan sólo se hiciera el milagro de la sanación.

Analizar, planear y ejecutar… analizar, planear y ejecutar…. Todos actos de esmerada coordinación que nos regalan la dulce fantasía de que estamos controlando nuestro destino…

Que hacer con los planes, las ilusiones y las fantasías de que a la vuelta de unos días todo será mejor. Qué hacer con el susto cuando la vida te sorprende y te dice “no” por aquí no es…. Por aquí no va.

Ante la muerte o el anuncio de ella… lo natural es resistirnos peleando, enojándonos, buscando responsables o simplemente dejándonos naufragar sin rumbo por el dolor, para ver el ciclo repetirse tantas veces como nuestro corazón pueda soportarlo.

Llorar para dentro con la intención de no afectar a otros.

Apreciar los detalles de la vida con más entereza y presencia.

Desear salud, desear tiempo, desear bienestar, desear prosperidad.

Nuestra mente terrenal quiere más vida en nuestros propios términos… pero el Alma baila otro ritmo, el alma elige mucho antes, el alma pacta.

¿El consuelo?

Era su momento, así su alma lo quiso.

Está en un mejor lugar.

Pero que se hace con el apego y con las historias que nos vinculan a nuestros seres queridos.

La muerte nos arroja al abismo que implica enlazar en nuestro interior el cielo y la tierra, aprendiendo a regañadientes a tejer en la vida cotidiana un nuevo orden.

Un orden en el que aspirar a la paz de cultivar una relación más espiritual con nuestros seres partidos luce como ciencia ficción desde nuestro cuerpo terrenal.

¿Y qué se hace con el dolor?

Llorar, patalear y berrear.

Suspirar, agradecer, dormir.

Recordar, sonreír y sorprendernos.

¿Y qué se hace con el Amor?

Se junta todo, se atesora, se honra.

Se sostiene.

El amor es el cable de conexión entre el cielo y la tierra.

¿Y qué sigue?

Re-descubrir la conexión desde el amor.

Confiar en las elecciones del espíritu, en los acuerdos invisibles a los ojos terrenales.

Rendirnos a una nueva forma.

Y tal como una plantita….. respetar sus ritmos asumiéndonos co-creadores de un nuevo bienestar, mientras aprendemos a afinar nuestra escucha para recibir los mensajes y susurros de un nuevo ángel que siempre estará allí dándonos guía y amor.

Deseo que este año te deje con el balance positivo de lo vivido y con la valentía de mirar las heridas que están sanando y que tú eliges sanar.

Desde mi Poder y Magia a la tuya,

Maru García Marín

Coach, Mentor y Trainer en Gestión Emocional y Liderazgo