Si quieres ayudar a la humanidad ayúdate tú.
Si quieres un mundo mejor, atiéndete tú.
Si quieres gente amable, alegre, inspiradora a tu alrededor…. logra primero eso en ti.
“La medicina que queremos para el mundo, es la medicina que necesitamos aprender a darnos nosotros a nosotros mismos primero”
Tropezar con personas sensibles, alteradas, mal-encaradas en tu diario caminar (me ha sucedido mucho en los últimos 2 meses), es sólo el reflejo de la gran transformación que el ser humano está viviendo. El deseo de seguir conviviendo con lo familiar y lo conocido para muchos choca con la curiosidad del cambio, y con una voz interna que para muchos aún no es tan fuerte y dice: “así no podemos seguir”.
No sé si te encuentres en la estación de verano brillante y luminoso en tu vida, o tal vez en el invierno que provoca el recogimiento, reflexión y nuevos planteamientos. Detenernos a evaluar nuestra vida y la mejor forma de vivirla es inevitable en estos tiempos, y quien no esté dispuesto a hacerlo sufrirá las graves consecuencias de quién carga con sus asuntos internos no resueltos para experimentar continuas rupturas, abandonos, depresión y enfermedad.
Cuando no atendemos estos diálogos que van y vienen en aparente contradicción, el resultado es el desbalance, mismo que se puede manifestar con cansancio, dolores, sucesos no deseables inesperados, o la dificultad para ver los resultados de nuestro trabajo o proyectos con la fluidez que desearíamos.
Para quienes tenemos vocación de servir y estamos en profesiones de servicio, es común que queramos salvar al mundo….. y si le quito el enfoque profesional, es común que muchas mujeres se casen con el rol de ser las “mujeres maravilla”, para salvar a todos a su alrededor y no saber como resolver las necesidades personales más inmediatas, o salvarse a sí mismas. También hombres que asumen su rol de proveedores con rigidez pueden experimentar esta dificultad para reconocer y saciar sus propios y más esenciales deseos.
Para destacar aún más este mensaje “ocuparte de ti es ocuparte de otros”, está esta famosa y seguramente conocida anécdota de Gandhi.
“Una mujer fue junto con su hijo a ver a Gandhi. Gandhi le preguntó que quería y la mujer le pidió que consiguiese que su hijo dejase de comer azúcar. Gandhi le contestó: traiga usted otra vez a su hijo dentro de dos semanas. Dos semanas más tarde la mujer volvió con su hijo. Gandhi se volvió y le dijo al niño: “deja de comer azúcar”. La mujer muy sorprendida le preguntó: ¿por qué tuve que esperar dos semanas para qué usted le dijese eso? ¿Acaso no podía habérselo dicho hace quince días?. Gandhi contestó: no, porque hace dos semanas yo comía azúcar”.
Seamos el cambio que queremos provocar, no pierdas energía en conectar con el miedo por los movimientos de la tierra, o acontecimientos desafortunados. Mientras más cultivemos pensamientos puros y emociones de paz y serenidad más contribuimos a la humanidad.
Éxitos,
Maru García Marín
PD: en la imagen uno de mis parques favoritos en San Francisco llamado “Stern Grove”….¿hermoso no?, esto fue un día de verano en el que disfrutamos un concierto al aire libre fenomenal.