Mientras corría un medio maratón a la edad de 20 años y cruzaba el puente de 8 kilómetros sobre el Lago de Maracaibo (mi ciudad natal), un señor se acopló a mi paso y empezó a sacarme conversación. Al inicio sentí el acompañamiento bastante distractor del magnífico paisaje que me ofrecía el ver miles de cabecitas saltarinas a lo largo del puente que tiene amplios desniveles, pero para mi sorpresa la conversación se tornó profunda e interesante.
Lo que dejó huella en mi de este magnífico momento e intercambio fueron estas palabras: “usted trae un buen paso, no es rápido, pero es constante, me voy a quedar un rato con usted”. Para alguien que corría por primera vez un medio maratón, escuchar esto de un señor corredor veterano (lucía cercano a los 60 años), fue el cumplido más maravilloso y motivacional que puede haber recibido, mismo que no sólo fue útil para animarme a completar la carrera sino también para reconocer una cualidad en mí que no sólo era aplicable al terreno deportivo.
Cultivar la conciencia de que mi paso puede no ser veloz pero si consistente, ha sido un aliado en el acercamiento a metas y deseos, a fin de que luzcan cercanos, posibles y amigables.
Tener pensamientos repetitivos sobre nuestras metas al estilo de interminables diálogos internos que evalúan escenarios, consecuencias, personas involucradas, tiempo requerido, costos personales, costos financieros, y pare de contar….. no sólo no es productivo, también contribuye a crear un estado emocional que nos deja cansados antes de empezar.
Atajar y reconocer a tiempo pensamientos que drenan nuestra energía y nos paralizan es una estrategia ganadora, y requiere que nos hagamos hábiles para conectar con nosotros mismos, y para tener la agudeza de distinguir entre los hechos que nos rodean, y nuestras interpretaciones o novelas mentales innecesarias.
El antivirus más poderoso para la falta de claridad se llama “disciplina mental”.
Ser capaz de detener un pensamiento repetitivo que crea confusión e irritabilidad, versus escucharlos porque está alineado a nuestra intuición y nos aporta un buen impulso para actuar es a lo que yo llamo sabiduría.
Algunas acciones que facilitan la disciplina mental en mi caso:
Tener ambiciosas metas e iniciar el día buscando responder a la pregunta ¿qué haré hoy para avanzar?, es una de las formas más seguras de sabotear nuestro progreso…. especialmente nosotras mujeres que ciclamos en 28 días y que no siempre tenemos el mismo nivel de energía y enfoque, a diferencia de los hombres que ciclan en lapsos de 24 horas.
Ejecutar nuestras metas a través de planes “pre-definidos”, con miras a no tener que pensar cada día ¿qué tarea completaré hoy?, es una fórmula magnífica para mantener apartado a nuestro escéptico y procastinador interior, que tiende a filtrarse ante ciertas circunstancias con miras a minimizar esfuerzos.
Dividir nuestro año en metas trimestrales o cuatrimestrales nos facilita:
Observar como muchas de las organizaciones a las que apoyo a través de mi empresa Human Strategy, desarrollan planes trimestrales o cuatrimestrales como estrategia de planeación y ejecución de sus objetivos es una evidencia clara del impacto que estas estrategias tienen no sólo a nivel individual sino a nivel colectivo.
Dile no a los pensamientos oportunistas que te mantienen en el mismo lugar (Disciplina Mental).
Selecciona dos a tres metas personales + dos a tres metas profesionales para un período de tres a cuatro meses. (Divide y vencerás).
¿Luce muy teórico, muy sencillo y convencional, complejo?
Déjame saber qué de este principio te es útil y cómo lo implementarás.
Desde mi Poder y Magia a la tuya,
Maru García Marín
Coach, Mentor y Trainer en Gestión Emocional y Liderazgo
PD: a esta publicación le anteceden dos más. Puedes conocer sobre el principio 1 aquí, y el principio 2 aquí.
2 Comments
Excelentes principios que nos compartes¡¡¡¡¡
¡Gracias Gaby por hacerte presente!
Me alegra que te inspiren 🙂