Tener comportamientos constantes de auto-sabotaje en forma de procastinación, falta de confianza, o elecciones que dañan nuestra salud son formas de “Auto-abandono”.
Cuando trabajo con mujeres a las que apoyo en mis curso y coaching, es común que surja alguna experiencia de abandono externo, es decir, cuando el comportamiento de alguien que apreciamos o cuyo criterio valoramos nos rechaza o se aleja de nosotros. En esas ocasiones mi frase (y recordatorio favorito que uso personalmente), es:
“Si alguien te abandona…. Tú no te abandones”
Y aunque resultaría obvio pensarlo así, lamentablemente (especialmente nosotras las mujeres), poco después de sentirnos no vistas, rechazadas o abandonadas, procedemos a una serie de comportamientos auto-destructivos como comer en exceso, minimizar el valor de nuestras metas, mal manejo de nuestras finanzas, y hasta el propio bloqueo de emociones.
Para Edith Eager sobreviviente del holocausto y autora, la manera como aprendimos desde temprana edad a sentirnos queridos está basado en las tres “A”:
Me encanta como de una manera muy sencilla Edith en su libro “The Gift”, resume lo que considero la base de nuestra salud emocional y mental, sin embargo, la mala noticia es que en ninguna parte de nuestro sistema educativo nos muestran como proveernos la medicina de la triple “A”, sin depender en exceso del exterior (al menos ya siendo adultos).
Ser protagonistas de nuestra vida y desarrollar un liderazgo personal sano requiere que seamos expertos en cómo y cuándo proveernos a nosotros mismos atención, afecto y aprobación.
Las experiencias que co-creamos cuando no somos capaces de darnos la atención necesaria puede lucir así:
Como Mujer, desarrollar un músculo fuerte en mi propia auto-valoración y amor propio, es una práctica de ensayo y error cada día. Muchas teorías, modelos y prácticas están disponibles a la distancia de un click, sin embargo, el trabajo que puede ayudarte a habilitar o inhabilitar prácticas de amor propio está determinado a mi criterio por lo siguiente:
¿Soy digna de esto?
¿Merezco esto?
La mala noticia sobre estas creencias de pobre merecimiento, o de no sentirnos dignos, es que por lo general se hospedan en nuestro inconsciente, mientras nosotros mantenemos la atención en nuestra capacidad organizativa, fuerza de voluntad, y enfoque para lograr metas que por alguna razón (creencia de pobre merecimiento), terminan costando mucho alcanzar, o simplemente nunca suceden.
Para concluir te comparto algunas recomendaciones que me son útiles a la hora de combatir las ideas o creencias de “no merecimiento”:
Crear experiencias de bienestar y placer. Conocer qué le hace bien a mi cuerpo y a mi cuenta bancaria emocional es indispensable para crearme experiencias emocionalmente nutritivas, por lo que es recomendable hacer un inventario de las acciones, situaciones, lugares y personas que abonan a nuestro bienestar y placer.
Invertir en mi Educación. Estudiar cosas nuevas es una manera de mantener la neuroplasticidad de nuestro cerebro, y también es una manera de decirme a mí misma “eres valiosa”, por lo que contar con un presupuesto anual para mi propia educación me recuerda que soy merecedora.
Escuchar y validar mis necesidades. Muchas de nuestras necesidades humanas más básicas (hambre, sueño, sexo, amor filial), pueden quedar en segundo plano por lo inconvenientes que resultan con el “timing” de nuestras metas y objetivos. Validar nuestras necesidades como legítimas sin esperar el visto bueno o aprobación de alguien más fortalece la mentalidad de “yo merezco”.
Si estas reflexiones te fueron útiles déjame tus comentarios aquí abajo.
Desde mi Poder y Magia a la tuya,
Maru García Marín
Psicólogo, Coach, Mentor y Trainer en Gestión Emocional y Liderazgo