Hace 4 meses tuve el terrible y al mismo tiempo bendecido momento de tomar la mano de un amigo en cama que estaba listo para morir y pedí por su descanso.
Su lucha contra el cáncer acompañó a su familia a vivir al máximo lo que siempre se habían sentido orgullosos de ser “familia”.
Para quienes han tenido la experiencia de despedir a un ser querido, es inevitable encontrarnos en un lugar desagradable con nosotros mismos, y me siento bendecida no sólo de haber podido apoyar a la familia, sino también de haber podido asumir mis propias emociones de tristeza mientras todo transcurría.
En el pasado cuando seres queridos han muerto, mi tendencia ha sido a encerrarme en mí misma, y no expresar mucho, no decir mucho. Sin duda, 42 años de vida y un trabajo espiritual más evolucionado me ofrecen otra perspectiva para estar presente de manera distinta ante estos momentos.
Ahora a mitad del año 2017, puedo hacerme más consciente de que la partida de mi amigo Ismael, encendió importantes cuestionamientos acerca de cómo quiero vivir mi vida, cuál quiero que sea mi legado, que es lo que en estos momentos contribuye auténticamente a mi felicidad, y encontré que había mucho por explorar aún.
Aprender a asumir nuestras pérdidas es parte del ciclo de la vida, lo que puede sonar muy razonable en nuestra cabeza, pero que para el ser humano promedio suele ser un momento de emociones de tristeza que hay que evitar a toda costa.
Son todas situaciones que si bien pueden ser deseos y anhelos que buscaste con intención, traen también consigo la despedida y lo que en psicología llamamos “duelo”, que es el período emocional en el que la tristeza por separarnos de algo que conocimos o amamos nos invade.
Vivir los momentos o etapas de muerte en nosotros mismos, nos permite crecer y avanzar, pero esto último no sucede por accidente, sucede poniendo tu intención para experimentar las emociones que acompañan la muerte y la despedida.
Llora: aunque resulte obvio es increíble lo críticos que nos volvemos con nosotros mismos a la hora de darnos permiso para llorar. El llanto es la expresión natural de la tristeza.
No lo racionalices. Es posible que si lograste el trabajo que tanto añorabas, o la casa que tanto buscabas y te invade también cierta tristeza tan intensa como la alegría……”estás bien”, y esto sólo indica que tu sensor emocional detectó que hay algo de lo que te estás desprendiendo, especialmente si amaste a ese algo (cosa o relación), lo más natural es que sientas tristeza por muy maravilloso que se sienta el cambio.
Dura lo que dura. Elegir en donde queremos colocar nuestra atención es una estrategia cognitiva importante para vivir como líderes de nuestra vida y no como víctimas, sin embargo, las emociones del duelo emergen a su propio ritmo y tiempo, por lo que reconocer que no es sano controlar ese proceso al 100% en términos de cuánto debe durar, te permitirá fluir y paradójicamente favorecer el que logres avances más pronto.
Realiza una despedida. Escribir una carta donde expresas tu gratitud por lo que sueltas. Perdonar si se trató de una relación en donde quedaron cosas inconclusas. Hacer un ritual o ceremonia de despedida. Todos los anteriores son formas más físicas para darle expresión al proceso de duelo o despedida que puedes estar viviendo.
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¿Estás viviendo algún duelo o despedida en tú vida actualmente?
Cuéntame que te está funcionado o ha funcionado cuando te desprendes de algo o alguien.
OJO: A veces desprendernos de nuestras propias ideas también pasa por un proceso de duelo, especialmente si esas ideas han gobernado gran parte de nuestra vida o actuar.
¡Éxitos!
Maru García Marín
PD1: Si el tema del duelo por la pérdida de un ser querido es algo que te interesa, te invito a explorar la experiencia de la autora Sheryl Sendberg, directora operativa en Facebook quién cuenta en su más reciente libro “Plan B. Facing Adversity, Building Resilience, and Finding Joy”, como venció la adversidad con la pérdida repentina de su esposo en unas vacaciones.
PD2: Para contagiarte de sus aprendizajes de manera más interactiva, explora la reciente entrevista que le realizó Oprah Winfrey.