Como continuidad de mi reflexión anterior “Angustia de un Alma Viajera”, te comparto este poema:
El alma de un viajero se emociona ante lo desconocido y respira a través de las fantasías de nuevas experiencias.
El alma de un viajero se nutre de su capacidad de apreciación y curiosidad por lo pequeño y lo majestuoso.
El alma de un viajero reconoce cuando el llamado es a la pausa y la contemplación.
El alma de un viajero se retira las vestiduras limitadas del “ego” y vive en libertad.
El alma de un viajero va mucho más allá de itinerarios, maletas y lugares.
El alma de un viajero se experimenta en unión, no hay soledad, no hay separación.
El alma de un viajero a veces requiere ir a lugares para conectar con su interior…. y a veces el viaje consiste en sostenerse a sí mismo donde está, para expandir la quietud que le habita.
¿Eres un alma viajera?
Recuerda que posees la capacidad de maravillarte en lo cotidiano, haciendo de lo ordinario algo extraordinario.
Si tuvieras una conversación honesta y abierta con tú alma…