En días pasados mientras facilitaba una sesión de coaching grupal online a 8 mujeres en una organización, explorábamos cómo estaban sus habilidades de gestión emocional, y una de ellas comentó lo siguiente: “A mí me dicen que soy muy seria, pero no sé si eso es bueno o malo”… a lo que repliqué: ¿Y tú que opinas?
La conversación se extendió para explorar los motivos que pueden inspirar a una mujer a mimetizar o incluso ocultar sus emociones en el ambiente laboral como un mecanismo de defensa para lograr aceptación y respeto.
Este acto de disminuir nuestro tono emocional para adaptarlo a las expectativas de más neutralidad y hasta frialdad esperadas, no sólo va en contra de nuestra naturaleza humana; sino que es opuesto al reconocimiento social que obtienen las mujeres por ser en general empáticas, cariñosas y amorosas, lo que en si requiere de una alta sensibilidad.
Como consecuencia de lo anterior, la mujer requiere elegir con mucha astucia el contexto para ser “apropiadamente sensible”, lo que hace que vivamos hipervigilantes para detectar donde es adecuado y seguro ser expresivas y sensibles, y donde debemos cultivar una actitud estoica.
Recientemente leí de la mano de un experto en lenguaje no verbal (Allan Pease), que la mujer es capaz de mostrar hasta 7 expresiones faciales en un lapso de tiempo de 10 segundos, buscando con ello igualar y reflejar las emociones de su interlocutor; acto que explica el por qué las mujeres en promedio somos buenas para crear rapport y relaciones de confianza, sin embargo, en oposición a lo anterior, se tienen evidencias de que en el contexto de trabajo una mujer muy expresiva tiende a perder credibilidad y ser juzgada negativamente.
Expandir nuestra conciencia emocional, auto-conocimiento y auto-aceptación es una experiencia humana (hombres y mujeres), por lo que no quiero minimizar los desafíos que también los hombres requieren superar en el departamento de la gestión de sus emociones. Sin embargo, para nosotras las mujeres neutralizar nuestro mundo emocional puede crear grandes dosis de estrés, y cuando estos niveles son elevados nuestro ambiente hormonal se ve afectado haciéndonos blanco fácil de desórdenes físicos y emocionales.
Las emociones no vividas o sentidas en armonía con nuestro cuerpo de mujer crean caos interno, y afectan nuestro ambiente hormonal provocando condiciones de salud muy lamentables, y lo peor es que se tejen de manera silenciosas hasta que se manifiestan con gastritis, migrañas o problemas de tiroides por mencionar los más comunes.
En mi trayectoria como psicóloga, facilitadora y coach, he desarrollado recursos, y apoyos para las mujeres gracias a mis propios desafíos personales. Mi sentido de propósito se nutre más que nunca de mi anhelo de que vivamos en un mundo en el que hombres y mujeres conozcan y honren sus cualidades femeninas, y hacernos expertos en reconocer y gestionar nuestras emociones como un eslabón indispensable para crear relaciones de confianza, colaboración y en definitiva un mundo mejor.
Para concluir, quiero compartirte dos invitaciones/ofrecimientos disponibles ahora mismo para Mujeres:
Será un gusto leerte, y conocer lo que esta publicación despertó en ti aquí abajo.
Desde mi Poder y Magia a la tuya,
Maru García Marín
Psicólogo, Coach, Mentor y Trainer en Gestión Emocional y Liderazgo