Una mariposa juguetona se dejó tomar en mi mano casi a inicios de nuestra caminata en familia, luego de estar en mi dedo unos segundos, voló a mi cabeza y viendo que se encontraba muy cómoda allí decidimos continuar nuestro recorrido con ella cuesta arriba.
Mientras caminábamos le pregunté a mi hijo si creía que era niña o niño, el respondió “niño mamá”…. y yo pregunté ¿qué nombre le ponemos?…. y le dimos el nombre de Miguelito.
Durante este camino con piedras, caminos estrechos y mucha subida (recorrido calificado de exigencia moderada), llegó un punto en el que mi hijo de 7 años ya quería regresar, pero le propuse lo siguiente: “si Miguelito se vuela y no sigue en mi cabeza es señal que debemos regresar”, y así continuamos subiendo, para ver el rostro de mi hijo cada 5 minutos voltearse a verificar si aún la mariposa seguía en mi cabeza…. debo confesar que también yo estaba cansada y a ratos era yo quién preguntaba ¿sigue allí Miguelito?”… “Si mamá respondía en tono cansado”.
En esta caminata hermosa, Miguelito permaneció en mi cabeza el 80% del tiempo de nuestro recorrido que duró casi 2 horas. Encontré toda la escena fascinante y una oportunidad de lograr que mi hijo en contacto con la naturaleza explorara sus límites físicos y mentales.
Pero en medio del cansancio y ya de regreso en el descenso surgió un comentario muy revelador de mi hijo, esto luego que más de una vez yo resbalara en la arena suelta y tuviera dos caídas leves…. Y en este contexto surge el siguiente comentario de mi hijo: “No hay que bajar cómo niñas”….. a lo que inmediatamente y casi sin respirar respondí: “A ver hijo y ¿cómo es eso?”.
Mi alma feminista no podía más que parar en seco la escena aunqnue obvio continuabamos caminando. Entonces le pregunté: ¿Es cierto que las niñas tienen más dificultad para hacer este camino de bajada Santiago?…. a lo que el respondió: “no mamá”, de hecho mi amigo Antonio (nombre ficticio de una situación real) le cuesta mucho hacer estos caminos…..
Al escucharlo procesar conclusiones más allá de su afirmación inicial, mi alma volvió al cuerpo y me sentí orgullosa sobre mis esfuerzos en educar a mi hijo desde la conciencia de la diversidad y la equidad de género.
También me hice más consciente de que no importa cuanto pueda cuidar los estímulos y ambiente a los que se expone mi hijo, en la periferia o en nuestro núcleo más cercano estos mensajes tontamente discriminatorios son tan reales como la presencia de un árbol, y es nuestra responsabilidad como adultos desafiar estos supuestos que tanto daño hacen a nuestra salud mental como humanidad, y cuyas consecuencias son notorias en relaciones profesionales, de pareja o familias que viven en caos y crisis constante. Sólo por ideas y reglas del juego que no responden a la realidad.
Y así las dos historias en una.
Me quedé con muchas ganas de regresar a este Trail llamado “Tepalo” ubicado en la zona del Lago de Chapala en Jalisco.
Dos cosas importantes me dejaron esta caminata, además de la satisfacción de mover el cuerpo y tener esta convivencia en familia:
Cambiamos el mundo un paso a la vez, y eso sucede a través de conversaciones.
Anhelo que este año cultives muchas conversaciones que fortalezcan valores humanos y el sentido de comunidad que tanto necesita el mundo en estos momentos.
Maru García Marín
Psicólogo, Coach, Mentor y Trainer en Gestión Emocional y Liderazgo
PD: Para observar uno video divertido sobre este recorrido visítame en mi cuenta de instagram
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