Hacer cosas nuevas casi por regla general nos colocará en una posición vulnerable y traerá a la luz nuestros hábitos y tendencias cuando se trata de juzgar un trabajo “bien hecho”.
A lo largo de años, mi definición de un “trabajo bien hecho” sin duda ha evolucionado. Existe una gran diferencia entre perseguir un resultado donde te aseguras de dar lo mejor, versus detenerte a cada paso del camino para cuestionar si está bien lo avanzado, experimentando ansiedad y pensando en lo que otros podrían opinar. Sin duda, enfocarte en un ángulo o en otro crea una experiencia emocional muy distinta a la hora de lograr resultados.
En tiempos en los que el deseo de lograr rápidos resultados es popular, cualquier tendencia en mirar detalles o ir más allá de un resultado aceptable puede ser visto o entendido como perfeccionismo, y es por esto que encuentro fascinante el que cada líder o emprendedor pueda explorar en sí mismo sus propios significados y sobre todo sus propios límites.
El enfoque en el perfeccionismo por lo general trae como ventaja la falsa ilusión de hacernos sentir menos expuestos y más protegidos ya que “al jugar a ser perfectos”, estaremos aparentemente minimizando la crítica o vergüenza de mostrarnos.
Durante una entrevista realizada por Oprah Winfrey a la autora Brené Brown, y mientras conversaban sobre la visión de Brené acerca del perfeccionismo me encantó la manera en la que Oprah se refiere al perfeccionismo diciendo: “Yo no soy perfeccionista, yo estoy comprometida con dar y lograr la excelencia que es muy diferente”.
¿Cómo distinguir si mi pasión por lograr un resultado bien hecho está guiado por mi perfeccionismo o por mi búsqueda de excelencia?
Aquí una clave importante:
El deseo de progreso sano, o compromiso con la excelencia tendrá por regla general un foco interno, y un compromiso con mostrar lo mejor de ti basado en tus propios estándares, mientras que el perfeccionismo tiene una alta dosis de “qué pensará la gente de mi”, y de ruda auto-crítica como motores principales para actuar mientras buscas desempeñarte a tu mejor nivel.
Con base en la anterior distinción, buscar y pedir excelencia en tu trabajo puede ser una labor que requiere valentía y determinación, ya que si bien el compromiso con altos estándares trae un fuerte motor interno, manejar la flojera o conformismo de personas a tu alrededor (colegas, amigos o proveedores), te colocará casi invariablemente en el escenario de ser un perfeccionista a los ojos de otros y podrá crear la tendencia a un círculo de emociones y relaciones que te roban energía y deterioran tu visión de excelencia.
¿Cómo vivir mis altos estándares y compromiso con la excelencia sin morir en el intento?
Y para ti ¿Qué es perfeccionismo?, ¿Te has sentido alguna vez abrumado por excesivos o altos estándares?…..cuéntamelo todo aquí abajo en mi blog.
PD : En la imagen de este artículo una foto tomada durante mi período sabático en Galway, Irlanda en el 2012.
¡Éxitos!
Maru García Marín
Coach, Mentor y Tariner en Gestión Emocional y Liderazgo
2 Comments
Una de las cosas que vino a mi mente mientras terminaba de leer este artículo, es el hecho de trabajar con adaptabilidad. Si usamos esa chaqueta apretada que menciona Brené, estimo que será poco lo que logremos y, al final, nos frustraremos.
Esa visión de excelencia, a mi juicio, incluye -además de lo que mencionas- la dosis de ayuda que podamos y sepamos pedir en el momento indicado.
Hacer las cosas bajo criterios de excelencia, pero sabiendo que durante el camino sucederán otras pequeñas cosas que a lo mejor, ni siquiera me gustan, es lo que me ha permitido disfrutar cada uno de los escenarios que conllevan a terminar y/o entregar un trabajo de excelencia.
He aprendido que cada una de las cosas que suede mientras logramos el “qué”, debo disfrutarlas y, a veces, hasta debo variar el “cómo”. Esa adaptabilidad a circunstancias, personas, emociones, etc., es lo que me ha permitido terminar mi trabajo con un criterio de excelencia que me satisfaga a mi y que luego, en consecuencia, satisfaga a los demás.
Para mí la perfección es utópica y eso me deja claro que aun y cuando estimo que mi trabajo está lo mejor hecho posible, siempre habrá alguna persona que encuentre algún detalle que no le guste… Por eso, al final, como dice Mikka en su canción: Relax, take it easy…
Un fuerte abrazo, Maru.
¡Feliz domingo!
Realmente fuí perfeccionista pensando que era la forma de lograr la excelencia, hasta más allá del límite de mis capacidades humanas, al llegar al final simplemente me derrumbada con un lumbago severo que me mantenía en reposo por más de 20 días.. Dejar un plato en el lavaplatos, dejar un libro fuera de su lugar, sin contar la cantidad de detalles que durante 30 años hice en mi preescolar, el Taller Infantil 1-2-3. Con grúa me tenían que sacar del lugar, hasta que todo no “estuviera perfecto” no me iba. Era motivo de perder horas de sueño y descanso.. “clavo pasado”.
Hoy me hago esta pregunta cada vez que la “cabra intenta tirar para el monte”, : que es lo peor que pudiera pasar?
La excelencia es calidad no cantidad.
Perfeccionismo es cantidad y no necesariamente calidad. Puede incluso llevarnos hacia algo más grave: la obsesión compulsiva, una enfermedad mental (tratable)
Encantada Maru, de tener la oportunidad de adentrarme en profundidades de verme y reconocerme
Un abrazo mi querida amiga